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‘Merel’ o la mala lengua no tiene fin para inventar

Garbuix Books publica el debut de Clara Lodewick

Viñeta de ‘Merel’.

Cuando uno es urbanita, esto le puede resultar un poco extraño, porque el ritmo de vida y el anonimato de la gran ciudad te protegen de ello, pero en la vida de los pueblos las cosas son diferentes. La gente se conoce. La gente habla. Y a pesar de lo idealizada que tenemos esa vida apacible en el campo, que ya sentían los clásicos en el tópico del beatus ille, el agro también tiene sus desventajas.

En Merel, novela gráfica que es la carta de presentación de la joven autora bruselense Clara Lodewick, tenemos como protagonista a una mujer adulta, sin cargas familiares, que reparte su tiempo entre sus aficiones: el fútbol local, el periodismo amateur y la cría de patos. Pero una broma sobre la sexualidad del marido de una de las vecinas hecha en una situación inadecuada va a desencadenar todo un terremoto en la vida de Merel.

Portada.

La mujer de Geert, que no pasa precisamente por el mejor momento de su matrimonio, encuentra en el comentario de Merel la vía de escape a su lamentable situación sentimental. Y, en cambio, para Merel, empieza un purgatorio que pone a todo el pueblo en su contra.

A medio camino entre el relato costumbrista y el melodrama por entregas, Lodewick traza en esta novela gráfica una obra que retrata con precisión y realismo los comportamientos humanos: la mezquindad, el rencor, la estupefacción. Y en todo ello tiene un interesante Finn, el hijo de Geert. Entre ambos surgirá una relación de amistad que será en parte una de las formas en las que Merel se reconciliará con el pueblo.

Merel es una historia en la que vemos que las maledicencias del pueblo a veces pueden arruinar la vida de alguien, especialmente si ese alguien es una mujer. Tristemente es algo aún muy habitual el hecho de pensar en una mujer como “sospechosa” si actúa al margen de lo que se espera de ella (casarse, formar una familia, dedicarse al hogar, no tener hobbies “masculinos”), y esa manera de pensar muchas veces llega de las propias mujeres. Añádasele a esto el factor “pueblo” que mencionábamos y el drama está servido.

La autora posa con el libro.

Lodewick muestra, para ser su primer trabajo, un dominio de la narrativa excelente, con un estilo realista, heredado de la bd francobelga tradicional, sin llegar a la ruptura de los autores de la nueva ola francesa, pero con un gusto por no dejarse constreñir por el formato de las viñetas, como Aude Picault o Christophe Blain.

En suma, una buena lectura la que nos ofrece Garbuix Books en Merel.

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