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‘El sueño de la inteligencia artificial’, de Gisela Baños

La necesidad del humanismo en la ciencia y la tecnología

Gisela Baños, física teórica, escritora y divulgadora científica, firma esta obra imprescindible para conocer el proceso de gestación de la IA

No sé si compartiréis mi misma inquietud, pero tengo la sensación que últimamente el número de noticias relacionadas con la inteligencia artificial se está multiplicando, y el enfoque al que estamos acostumbradas en los medios no es especialmente halagüeño: Creación de contenidos pornográficos a partir de la suplantación de personalidad (a veces de menores), vulneración de los derechos de autor, sistemas de vigilancia y control ciudadano, etc. Si compartís una sensación que oscila entre el desconcierto y la preocupación hacia este fenómeno, este libro puede ayudaros a verlo (y entenderlo) desde una nueva perspectiva.

Gisela Baños, en este El sueño de la inteligencia artificial. El proyecto de construir máquinas pensantes: Una historia de la IA, recientemente publicado por Shackleton Books, aborda el proceso que conduce a la constitución de las inteligencias artificiales desde su faceta de divulgadora científica, lo cual permite que los profanos podamos acercarnos fácilmente a esta realidad a través de este ensayo que viene a unirse al interesante catálogo de una editorial que siempre ha apostado por la ciencia y la cultura.

La autora propone iniciar este apasionante viaje en los mitos grecorromanos y en las primeras fuentes escritas de este periodo, para continuar con ejemplos de autómatas de la época medieval y el posterior Renacimiento, y luego extenderse en aquellos hitos teóricos y tecnológicos que se dieron entre la época moderna y la contemporánea, y que marcaron el camino a explorar dentro del pasado siglo, especialmente en el contexto bélico de la Segunda Guerra Mundial y la subsiguiente Guerra Fría.

Siguiendo el planteamiento historicista, Gisela define los periodos que conforman la evolución de la inteligencia artificial, estableciendo dos grandes momentos entre los siglos XX y XXI: Una edad dorada y una moderna; la primera se divide en una fase clásica (desde mediados de los años cincuenta hasta la década de los sesenta) y una romántica (los años setenta), mientras que la edad moderna llega hasta nuestros días. A unos inicios marcados por el optimismo y el desarrollo experimental confinado al entorno de laboratorio, la inteligencia artificial daría primero el salto al mundo profesional y empresarial para después hallar su lugar en el ámbito privado de cualquier hogar con un ordenador.

Dentro de esta cronología, resulta sorprendente constatar que este progreso no ha sido ni sostenido ni incontestable, como se deduce de la existencia de dos periodos “invernales”, uno a finales de la década de los setenta y luego otro entre 1988 y 2011, donde se dieron tanto un estancamiento como un cuestionamiento del desarrollo de las IAs, situación esta última que no nos es del todo extraña.

A lo largo de estos dos grandes momentos, la autora analiza la constitución de la inteligencia artificial actual a partir de las líneas de investigación en las que se ha basado históricamente (el aprendizaje, el razonamiento, la lingüística y la robótica), atendiendo a las relaciones que se establecen entre los desarrollos en distintos campos (ingeniería, computación, teoría lingüística, etc).

La información que Gisela presenta al lector es exhaustiva, respaldada por una completa bibliografía, lo cual presumiblemente hará las delicias del lector con formación científica, y aunque en algunos momentos se vuelve muy técnica a mi gusto (por ejemplo, al hablar de los tipos de logaritmos de aprendizaje), su obra no es ni un libro técnico ni un ensayo académico, de manera que El sueño de la inteligencia artificial es muy accesible para los que no somos versados en ciencia. La autora, interesada en hacer comprensible el fenómeno actual de la IA y consciente de la complejidad técnica de ciertas materias, facilita al lector la adquisición de la información por medio de un lenguaje siempre asequible, hilos conductores claros, paralelismos diáfanos, algunos diagramas, conclusiones finales e, incluso, una tabla que sintetiza los aspectos más importantes y funcionales de “ese” capítulo que se me atravesó un poco donde desgrana los tipos de aprendizaje automático existentes. Una cronología donde se pueden encontrar algunos hechos no incluidos en la obra y un índice analítico ayudan a sistematizar el contenido.

Fiel al completismo que destila la obra, por sus páginas se suceden los avances, así como sus artífices, que se han ido sumando hasta configurar la inteligencia artificial como la entendemos a día de hoy, en el que los conceptos estrella son el aprendizaje automático (machine learning) y el aprendizaje profundo (deep learning), y donde las redes neuronales complejas juegan un papel fundamental. Aquí y entre otras, se detallan las redes recurrentes (por ejemplo, Alexa), las generativas (DALL-E) y las transformers (ChatGPT).

Aunque Gisela consigue hacer de la descripción de este proceso histórico y evolutivo una lectura fascinante que ha estimulado mi curiosidad hasta el punto de buscar información adicional en internet, no es menos cierto que son sus reflexiones acerca de diversos fenómenos que participan de la inteligencia artificial, las que proporcionan, para mí, un valor añadido a la obra.

Así, la ética se convierte en imprescindible a la hora de establecer una guía al proceso de mejora continua y exponencial de las inteligencias artificiales. En definitiva, se trata de lo determinante que resulta el factor humano en la configuración de la IA. Algunas amenazas que evidencian la responsabilidad de los científicos las presentaba al abrir esta reseña, a las que cabría añadir muchas otras, como el armamento autónomo o las cuestiones que giran en torno la inteligencia artificial generativa, desde la supresión de empleos a los deepfakes. A este respecto es significativa la siguiente cita del físico Freeman Dyson que podemos leer en la obra: “El progreso de la ciencia está destinado a traer una enorme confusión y miseria a la humanidad a menos que vaya acompañado de un progreso de la ética”.

A la imprescindible contribución de la ética, Gisela añade otro posible referente que se identifica con una de sus pasiones y sobre la que hallamos continuas alusiones a lo largo de su obra: la ciencia-ficción. Desde el postulado del subgénero ciberpunk según el cual humanidad y tecnología constituyen una unidad necesaria (¿acaso el progreso de la humanidad no es resultante del tecnológico?), la autora plantea la posibilidad de que la ficción especulativa pueda brindar necesarios modelos de transición planificada que permitan trasladar el foco desde la vorágine tecnológica que condiciona nuestras vidas y que se halla supeditada al puro beneficio económico, a que sean nuestras necesidades las que dicten la evolución tecnológica. Según la autora, esta perspectiva humanista sobre un progreso científico al servicio de la humanidad se ha materializado en el pasado en la labor de personalidades como Nikola Tesla, George Westinghouse o Leonardo Torres Quevedo, y se contrapone a la actitud actual de ciertos multimillonarios a los que Gisela califica como “tecnolerdos” (si bien no facilita nombres, me gustaría ver detrás de este adjetivo a Elon Musk o Jeff Bezos).

Como docente de secundaria con formación humanista y preocupado ante la irrupción disruptiva de la inteligencia artificial, la lectura de este ensayo ha sido reveladora en varios sentidos. Por un lado, me ha facilitado una perspectiva general y comprensible de un fenómeno cuya dimensión técnica me había hecho situarlo, equivocadamente, en una posición inalcanzable. Por otro lado, ha contribuido a cambiar mi actitud hacia la IA, entre suspicaz y abiertamente contraria hasta el momento, de forma que empiezo a concebirla ahora como una herramienta más que, como Gisela Baños sugiere en una de sus valiosas reflexiones, debería ser puesta a nuestro servicio para sustituir o, cuanto menos reducir, las tareas más repetitivas y tediosas de nuestros trabajos, lo cual, en mi caso, es lo mismo que decir que debería ser destinada a simplificar la carga burocrática que tan a menudo nos roba tiempo y nos distrae de esa otra labor, más creativa y enriquecedora en lo personal, consistente en enseñar. Y por supuesto, el tecnooptimismo defendido por la autora, que se encuentra fuertemente enraizado en el humanismo, y la ilusión que transmiten sus palabras no sólo me ha recordado (y reafirmado en) mis valores sino, aún más importante, me ha alejado del catastrofismo que se halla presente en el discurso imperante sobre la inteligencia artificial hoy en día.

Así, me gustaría concluir con una última reflexión que hace Gisela Baños partiendo de un hecho y de un mito que actualmente monopoliza el debate en torno a la IA: El primero es la declaración en Davos de Sam Altman, el director ejecutivo de OpenAI (la empresa de ChatGPT), en enero de este año, según la cual “la inteligencia artificial general, la tecnología que igualará al ser humano, está al caer”. A su vez, el mito es el encarnado por el concepto de singularidad tecnológica, que alude a ese punto de inflexión en el que la inteligencia artificial superará a la humana de tal manera que tanto nuestro mundo como nuestra existencia como especie cambiarían irreversiblemente. A partir de aquí, es fácil compartir con la autora la sensación de que nos encontramos ante una encrucijada decisiva en términos históricos que condicionará el devenir de nuestro futuro. En nuestra mano consciente está la posibilidad de caer irremediablemente en la distopía o encaminarnos hacia una utopía donde las máquinas hagan de este mundo un lugar mejor para la humanidad.

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‘El sueño de la inteligencia artificial’, de Gisela Baños was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.

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