‘Espectros de la noche’, de Fritz Leiber
Un clásico injustamente olvidado en nuestro país
Hoy empiezo pidiendo disculpas, porque esta reseña es de un libro descatalogado. Pero al césar lo que es del césar, y aquí Fritz Leiber bien lo merece, y más cuando es innegable el desafortunado trato del que ha sido objeto por nuestro mercado editorial. Es una lástima constatar el olvido en el que ha caído este escritor prolífico, versátil y solvente que acabó por superar a uno de sus maestros, ni más ni menos que Lovecraft (pero de esto ya hablaré un poco más abajo). Si echamos la mirada atrás, sólo su obra de fantasía, la saga de Fafhrd y Ratonero Gris, ha suscitado el interés de dos editoriales, Martínez Roca inicialmente y Gigamesh después, quien la publicó en dos tomos hace unos pocos años. En cambio, el resto de su obra, algunas novelas y numerosos relatos cortos recogidos en diversas antologías breves, se quedaron en primeras ediciones, la mayor parte en la década de los 80. Para colmo de males, a principios del nuevo milenio, una editorial pirata, PulpEdiciones, sacó un par de títulos de Leiber sin pagar un solo euro por ello, lo cual vino a empantanar la posterior edición de su obra en nuestro país.
Fritz Leiber es uno de esos autores clásicos que cultivó tanto la fantasía (acuñó el término espada y brujería), como la ciencia ficción y el terror, recibiendo los más prestigiosos galardones (Hugo, Locus, Nebula, World Fantasy, British Fantasy, Bram Stoker) por ello. E insisto, más allá de la mencionada saga de Fafhrd y Ratonero Gris, ¿hemos de leer hoy sus historias en ajadas ediciones cuyas páginas se desprenden nada más pasarlas? Lo siento, me voy por las ramas, ¡pero comprended que tanta injusticia me enerva!
Espectros de la noche es una de las antologías breves del autor que Martínez Roca editó en 1986 dentro de su colección Super Terror (que, junto con Super Ficción, acogieron buena parte de la producción del autor). Fue la primera colección de relatos que Fritz Leiber publicó, bajo el título original de Night’s Black Agents, una referencia a un pasaje de Macbeth. Contiene ocho cuentos, de los que siete son de terror y uno, el final, caería dentro de lo fantástico. Todos son de los años 40, y fueron originalmente publicados en revistas como Weird Tales o Unknown Worlds, abanderadas de la literatura pulp en Estados Unidos.
En este libro Leiber ya se muestra como uno de los predecesores del terror urbano, subgénero que está representado por varios relatos, de los que acaso Fantasma de humo es el más redondo. En estas historias, la ciudad pasa a ser un paraje inhóspito y hostil, donde la miseria campa a sus anchas, reflejo de lo que vino después del Crack del 29 y la consiguiente Depresión. No es de extrañar, así, que algunos de los protagonistas de estos relatos padezcan una situación económica y social desfavorable: parados en busca de trabajo, currantes precarios, buscavidas…A ello se suma la alienación del individuo dentro de la gran ciudad, donde la soledad se convierte en norma. Parece que Leiber no se contenta con escribir ficción, sino que de manera muy sutil la aprovecha para deslizar una velada crítica social.
En otros relatos, Leiber trasluce la influencia de Lovecraft, especialmente evidente en estos inicios de su carrera. La impronta del maestro debió ser honda, porque Leiber no sólo acabaría escribiendo diversos ensayos sobre el de Providence, sino que además desempeñaría un papel fundamental en su consideración literaria. Pero aquí, de vuelta a su ficción, encontramos ese horror cósmico en las historias Diarios en la nieve o Los sueños de Albert Moreland, relato este último donde Lieber también evidencia su interés por el ajedrez. Ahora bien, en una comparación con Lovecraft (y que nadie se me enfade), diría que Leiber sale ganando. Donde el primero llega a aburrir, el segundo mantiene un pulso narrativo constante, de manera que nuestro interés en la lectura nunca mengua; y si el primero se deleita con descripciones con un cierto gusto por el exceso, el segundo prefiere un estilo más depurado donde la aproximación al horror es mucho más sutil, y, quizás, también más efectiva.
Es una lástima constatar el olvido en el que ha caído este escritor prolífico, versátil y solvente que acabó por superar a uno de sus maestros, ni más ni menos que Lovecraft.
La solvencia de Lieber se demuestra incluso cuando consigue ponernos los pelos de punta en una escena a plena luz del día, como en el escalofriante relato La colina y el agujero, cuya premisa inicial parte del desconcierto que le provoca a un agrimensor descubrir que la colina que se yergue ante él es, según las lecturas que se desprenden de sus instrumentos, una depresión. ¿A qué os recuerda esto del horror en lo cotidiano y a plena luz del día? ¿Quién ha dicho Stephen King? ¡Bingo! De hecho, y a poco que le demos un par de vueltas, la fórmula que hizo famoso al actual rey del terror parece ya estar presente en Leiber, quien además gusta de remozar los viejos miedos del ser humano y actualizarlos, como en la peculiar reinterpretación del hombre lobo que hace en El sabueso.
Dejo lo mejor para el final, que es, además, el último relato del libro, El hombre que nunca rejuveneció, una memorable fantasía donde un inmortal nos narra su vida, en primera persona, en una versión alternativa de nuestra realidad ¡donde el tiempo fluye hacia atrás!
Hasta aquí el repaso a una antología que incomprensiblemente sólo se encuentra en el mercado de segunda mano (a precios accesibles, eso sí), y que es un buen ejemplo de cómo el paso del tiempo ha condenado al olvido a buena parte de la obra de algunos autores que, como Fritz Leiber, jugaron un papel esencial en la constitución del género fantástico tal como lo conocemos hoy en día. Y ahora, después de contaros todo esto, ¿me queréis decir que en plena eclosión editorial del género, nadie se atreve a sacar una nueva edición de su obra de terror y de ciencia-ficción?
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‘Espectros de la noche’, de Fritz Leiber (en proceso) was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.