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‘Facendera’ y las mentiras colectivas que resuenan en ‘afters’

‘Facendera’, las mentiras colectivas que resuenan en ‘afters’

Entrevista a Óscar García Sierra, poeta y ahora también novelista en Anagrama

Como todas las historias, tuvo varios principios. La mía con Óscar Garcia Sierra empezó porque Alba Flores Robla me compartió un poema suyo tras decirle que me encantaría ser una planta. «¿Te has leído Houston, yo soy el problema, de Óscar? Porque tiene un poema justo sobre eso». Poco después reseñé para Papel en Blanco la antología de Alba Editorial, Millennials, donde se recoge parte de su obra poética, aunque ahora Óscar se estrena con su primera novela, Facendera, en Anagrama. Meses después, y gracias a un amigo en común, Rodrigo García Marina, acabamos charlando toda una noche de fiesta y esta entrevista es un germen de aquello, que me hizo comprender Facendera por completo. Facendera es más que una historia dentro de otras mil, es más que la poca perspectiva de futuro de unos habitantes sin nombre (el hijo de la farmacéutica, la hija de El de los piensos) en un pueblo leonés, va mucho más allá de una conversación en un after.

  • ¿Crees que en Facendera se distingue tu escritura actual a la de Houston, yo soy el problema?

No sé, creo que es bastante parecida, muchas cosas son como sobras, igual no del libro, pero sí de poemas que tenía por ahí escritos que a lo mejor eran cosas que no me atrevía a poner en otros sitios. Como tampoco escribía mucha poesía, no tenía dónde meterlos, pero que podrían haber sido perfectamente poemas. A nivel de estilo, yo supongo que se parecen bastante. Igual algo más trabajado, pero sí, vaya.

  • No solo le dedicaste la novela a tu editora Belén Bermejo, que falleció hace poco por un cáncer, sino que escondiste entre el paisaje leonés sus últimos tuits. ¿Los elegiste porque encajaban ya con el fragmento de la novela o lo creaste para incluir el homenaje?

No, lo metí a posteriori, porque creo que justo coincidió cuando ya estaba haciendo las últimas correcciones mías antes de mandar la novela. Me pareció guay meterlo, así como un homenaje, pero fue ahí porque coincidió.

  • Cuando leía tu libro, me era imposible imaginármelo sin una banda sonora, como Alizzz o Agorazein, que además ya te lo han comentado en entrevistas anteriores. Pero ¿en el proceso de escritura qué tipo de música escuchabas? ¿Te viste influenciado por ella?

No sé, eh, no me suelo poner música para escribir. Música con letra sobre todo no, igual electrónica sí que suelo poner, pero… Lo que es mientras estoy escribiendo no. Igual que, por ejemplo, cuando escribía poesía escuchaba rap, no en el mismo momento de escribir, pero sí que muchas cosas se me ocurrían escuchando música. Aunque la música con letra no es lo mejor, tampoco me acuerdo muy bien. Ya ha pasado tiempo desde que escribí la novela, pero en general con letra no me suelo poner. Igual si es electrónica sin letra es incluso favorable, porque compenetra, es como cantar o escribir encima de la base. Algo que tenga de base siempre lo mismo.

https://medium.com/media/178307e6cbf0a8cbe78c176c4f94c720/href

  • El fragmento «el dolor era unas veces la sensación de que dentro de mi cuerpo vivía un animal que estaba triste o hambriento» proviene de un poema que recitaste en Poet Room Madrid. En anteriores entrevistas has confesado que son imágenes de poemas, y que yo haya sido capaz de reconocer, muchas están en la última parte del libro. ¿Estaban ahí porque encajaban mejor en la historia de Aguedita y el protagonista que en la de los otros personajes del pueblo?

Claro, es lo que comentábamos antes, que eran fragmentos de poemas que quería publicar porque me gustaban, y como tampoco estaba publicando poesía, pues algunas están algo forzadas. Otras a lo mejor cuadraban algo más. Pero es verdad, ahora me acuerdo de cuando las leí, sí, sí. ¡No me acordaba! Creo que nadie se había dado cuenta. No me acuerdo exactamente dónde están, pero por fechas, están la mayoría al final de la novela. Luego, en el proceso de edición, también metí alguna al principio.

Cubierta de ‘Facendera’, de Óscar García Sierra
  • En tu libro, además de abarcar la precariedad, la España vaciada de León, el consumo de ladrillos, como llamas a los ansiolíticos; también se deja escapar entre la narración el dolor, no solo físico ligado al dolor de barriga, sino también emocional, el hastío, el miedo a lastimar a otros o la muerte. ¿Crees que la novela se hubiera quedado en una etiqueta más de literatura social si no intervinieran estos pasajes más humanos, salvo la historia de Aguedita y el protagonista, que son más comunes?

Lo que tú comentas de la parte más social me interesaba pero más como ambientación, no como tema principal. Todos esos temas, como las mentiras o la inseguridad, el hacer daño a los demás, los cotilleos, [me interesaban] más como el eje central de la historia, siendo los temas principales. Con lo otro sí que quería hablar de ello y sentía que era de lo que tenía que escribir, pero más como el marco, el ambiente de la novela.

  • Ya, si al final las historias del pueblo y las mentiras se cuentan por la inseguridad, por el miedo a no gustarle a la persona con la que habla el protagonista.

Sí, es verdad, porque si no acabaría siendo una novela rural más, más bucólica. [Risas]. Pero me parece mucho más interesante así.

  • El uso del lenguaje en la novela es interesante, no solo por la importancia del leonés, sino también por los diálogos, el ritmo conversacional (que es como si estuvieras delante del lector durante las 160 páginas contándole todas las historias de la novela, como si fuera Aguedita o un personaje más) o las imágenes poéticas que comentábamos antes. ¿Crees que este uso del lenguaje, a veces muy intencionado, tiene que ver con la realidad de la vida representada en el habla y en la conducta de los personajes?

Sí, por un lado es eso, creo que lo más me preocupaba era no conseguir representarlo o que no se entendiese muy bien. A nivel narrativo también me rayaba que no se entendiese en el sentido de, pues ese, que fuese realmente la sensación de estar ahí en una casa de after; que al final se mezclen las historias un poco. En el fondo ese miedo que tenía de que no se entendiese pues me consolaba al pensar: «bueno, pero es también un poco la idea», de no saber muy bien. ¡Que no se entendiese la idea general, no que no se entendiesen los diálogos, que un poco la idea era esa! A nivel de estilo y de caracterización de los personajes y luego a nivel de forma, que está bastante subordinada a lo que es la idea del libro. [Risas]. Pero el feedback que he tenido es que se entiende, o sea, que guay.

  • La otra noche, si no recuerdo mal, comentábamos lo interesante que será la traducción de Facendera. Recuerdo decirte que sería complejo por todas las referencias culturales, pero es cierto que novelas con referencias culturales muy locales como Panza de burro de Andrea Abreu o Vozdevieja de Elisa Victoria están funcionando bien fuera de España. ¿Cómo lo ves tú, siendo el autor?

No lo sé muy bien, la verdad. Sí que… también creo que es una parte muy pequeña, porque en general sí que alguna vez me han preguntado por el tema cultural de la novela, pero sí que creo que puede ser más extrapolable a otros sitios, a otros países, a cualquier región minera y cualquier lengua minoritaria. Sin meternos en la lengua en sí, sino simplemente en la ubicación, un poco por lo que dices tú de estos [libros], para entenderlo. Pero sí que, al final, en cuanto a temas de traducción, aparte del principio, que está toda la chapa sobre el curso de leonés, que será una chapa traducirlo. [Risas]. Porque claro, joder, imagino que habrá que hacer algo como… en vez de hacer una comparación del leonés con el español, hacerlo con una referencia o nota a pie de página.

  • ¡Ya te estoy haciendo meterte en la cabeza de traductor o un editor extranjero!

[Risas]. Para salvarlo lo que más, imagino. Aparte de, no sé, imagínate, la «l» se pronuncia «ll», no traducir eso en el texto, sino como poner que esto significa tal. Si pones ese ejemplo, con una palabra en cuestión que se pronuncie con «ll» y se traduzca literal, ¡es que no tiene sentido! [Risas]. Pero creo que es solo una página lo que tiene más carga de eso, porque luego aunque vuelva a aparecer el tema, tampoco lo veo tan problemático. Si fuese toda la novela así, una Gramática del leonés, pues… [Risas]. Ya sería mucho más chapa.

  • Y ya, para terminar, ¿cuál crees que será el futuro del pueblo de Facendera, o cual te gustaría que tuviera? ¿Se llenará de más carteles de «se vende» con las persianas bajadas o la cosa cambiaría algo?

Pues que… no sé. Que igual abren una planta de hidrógenos donde han derruido la térmica, pues me gustaría que no la abrieran. Que si abren algo que no sea nocivo para el medio ambiente, por lo menos que sea para dar trabajo al pueblo, y que no se vayan perdiendo los servicios básicos, como la escuela o el consultorio. Porque cuando pete eso, petará todo. Porque, bueno, estamos cerca de León, mucha gente sigue teniendo eso, pero luego los pueblos de los alrededores, que dependen de otros pueblos algo más grandes, acabará cayendo todo como una cadena. Lo principal es que lleguen cosas a León en general, porque todo se manda para Valladolid y al final… por ejemplo, esta semana me ha pasado un colega un curso…

  • ¡De leonés!

[Risas]. No, pero casi. De montañismo que va a hacer la Junta de Castilla y León, y lo van a dar en Valladolid, que es la única provincia de las nueve que no tiene ninguna montaña por encima de 1000 metros de altitud. Y es como… todos tienen algún sistema o cordillera y justo Valladolid es la única que no. Pues cosas de esas, que al final todo el tema de industria… van un poco por ahí los tiros.

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‘Facendera’ y las mentiras colectivas que resuenan en ‘afters’ was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.

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