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‘Sicilia 1943’, de James Holland

La historia del desembarco aliado en la Europa nazi

Tropas aliadas desembarcan en Sicilia, julio de 1943.

James Holland narra en Sicilia 1943 (Ático de los Libros, 2021) una apabullante historia de la invasión aliada de la isla italiana, el primer paso para adentrarse en la Festung Europa del Eje. Y lo hace con un estilo sencillo, pero muy bien documentado, que a veces sabe ser más novelesco, pero a la vez se sostiene sobre su amplia experiencia investigadora y de testimonios tanto directos como documentales.

En 1943, para los Aliados era más fácil iniciar la campaña del Mediterráneo por África (con las tropas de la Francia ocupada o los italianos) que por Europa. Alemania se había visto obligada a enviar muchos efectivos para defender aquel sector meridional, donde Rommel consiguió sus mejores victorias, y el momento de la blitzkrieg que había conquistado el centro de Europa no iba a tener su correspondencia allí. El Reich estaba empezando a morder más de lo que podía masticar.

La decisión de invadir Sicilia se tomó en enero de aquel año, durante la Conferencia de Casablanca, cuando estaba acabando la guerra en Túnez. Tras descartar la posibilidad de que la cabeza de puente hacia la Europa continental fuera Cerdeña, Malta o el sur de Grecia, una vez fijada la apuesta por Sicilia, lo importante para el mando aliado y su estilo de guerra era que los tres elementos (tierra, mar y aire) trabajaran coordinados. Alexander, como comandante de Tierra, dijo “El Ejército de Tierra, las Fuerzas Aéreas y la Armada deben convertirse en una hermandad”. Este mantra fue especialmente cierto en el caso de la Operación Husky y el punto de partida a la hora de planificar la invasión. Los Aliados tenían claro que la superioridad aérea y naval debía ser fundamental en la operación; la geografía propia de la isla ya pondría en aprietos lo suficiente al tercer sector, y además, los dos ejércitos aliados (británicos y norteamericanos) tenían que actuar coordinadamente, abandonando prejuicios de ambos lados. Por su parte, Alemania no se fiaba de Italia. Italia había dado pruebas de haberse metido en una guerra que no podía ganar y en África su ejército se había derrumbado moralmente.

‘Sicilia 1943 es una de las obras más exhaustivas y completas dedicadas a esta campaña, que fue Finalista al Mejor Libro de Historia Militar del Ejército británico.

Uno de los primeros problemas con los que los Aliados se toparon era que no se sabía muy bien cómo debían emplearse en Husky las fuerzas aerotransportadas. Los pilotos no tenían experiencia con los planeadores, y enviarlos en mitad de la noche a través de una vasta extensión de agua no mejoraba las cosas; pero tenía que hacerse así: la idea era tomar puestos de defensa y controlar el terreno antes de los desembarcos. El día D de Husky, el 10 de julio de 1943, llegarían a Sicilia 160.000 hombres junto con 14.000 vehículos, con 3.500 aviones en labores de apoyo. El tiempo meteorológico preocupaba mucho, mientras que a Patton le preocupaba si recibiría el apoyo aéreo prometido.

Sicilia 1943, de James Holland (Ático de los Libros, 2021)

Cuando se inició la invasión aliada, las fuerzas del Eje estaban enormemente debilitadas, y a eso hay que añadir la falta de cooperación con las fuerzas italianas, a las que Alemania siempre había mirado con altanería, cuando no con desconfianza o abierto desdén. En cambio, las fuerzas aliadas sí habían conseguido trabajar conjuntamente, como lo demostró el extraordinario esfuerzo que tuvo que hacer la Fuerza Aérea, que no sólo ponía mantener un paraguas en la zona de playas, sino operar a lo largo y ancho de toda la isla para castigar las posiciones enemigas bajo un intenso bombardeo.

El terreno

Si una cosa complicó y mucho las operaciones en Sicilia para ambos bandos fue la dureza de su terreno. Las poblaciones estaban llenas de calles angostas y resultaban un infierno para los blindados, especialmente para los inmensos Tiger alemanes. No había carreteras en condiciones y resultaba un suelo tan agreste, un país tan brutalmente salvaje, que el trabajo de los bulldóceres fue uno de los más importantes en el movimiento de las tropas. Nunca se insistirá suficiente, comenta Holland, lo durísimo del combate en Sicilia: un territorio lleno de polvo, moscas, con un calor infernal en aquel agosto de 1943… Las condiciones que allí experimentaron los aliados no se parecían en nada que hubieran vivido antes, ni siquiera en África. Las enfermedades, como la malaria o la disentería, también fueron un factor muy importante en la contienda, puesto que dejaron fuera de combate más hombres que las balas y la metralla juntas.

Tras un duro avance por varios frentes a través de la agreste isla, el 23 de julio los Aliados llegaban a la costa septentrional de Sicilia. Los alemanes, batiéndose en retirada hacia el estrecho de Mesina para así volver a tierra firme a través de la bota itálica, idearon una serie de retaguardias concéntricas, cada vez más estrechas y consecuentemente más fáciles de defender, para retrasar en todo lo posible el avance aliado. El Eje tenía bastantes menos armas, (casi) nada de cobertura aérea y naval, pero sí unidades para cubrir el frente. En la manera de enfrentar esta retirada podía verse el carácter de ambos ejércitos: la diferencia entre las tropas aliadas y las alemanas en Sicilia era la disposición de estas últimas al sacrificio. De las unidades como el Kampfgruppe se esperaba que lucharan hasta quedar reducidas al 20% de su capacidad.

La Operación Lehrgang, que daba orden de evacuar los restos del ejército alemán en la isla, dio inicio entre el 10 y el 11 de agosto, y se completó el 17 de agosto. Poco después, las fuerzas de Patton, que habían estado riñiendo con las británicas de Montgomery por llegar a Mesina las primeras, alcanzaban el extremo noreste de la isla. Los italianos habían evacuado a 62.000 hombres, mientras que los alemanes a unos 40.000. El mando aliado recibió muchas críticas por no haber hecho más por evitar las evacuaciones del Eje, pero el número de tropas de combate que de allí escaparon no sería significativo para el resto de la guerra. Meses más tarde, Alemania llegaría a enviar a Italia doce veces la cantidad de hombres que habían salido de Sicilia. Pero lo cierto es que tendría que verse como un gran triunfo conquistar la isla en apenas un mes, bajo las terribles condiciones en que se hizo. La campaña italiana, en cambio, fue mucho más dura de lo esperado, y no sería hasta junio de 1944 que se liberó Roma. No se daría por terminada hasta mayo del 45.

Para el autor de Sicilia 1943, resulta curioso que una campaña como la siciliana no haya tenido la bibliografía de otros momentos del conflicto de la Segunda Guerra Mundial, como pueda ser el Frente Oriental o el Desembarco de Normandía. Y es curioso porque en sí misma esta campaña fue un punto de inflexión en la guerra en el Mediterráneo y todo lo que se aprendió allí tuvo su aplicación más tarde en la invasión definitiva de Europa un año más tarde, en el día D.

El trabajo de documentación de James Holland para Sicilia 1943 ha sido impresionante, y de hecho, el lector tiene en la parte final del libro más de 100 páginas de apéndices en las que constan todas las órdenes de batalla tanto de Fuerzas Aliadas como del Eje, una completa cronología, notas a cada capítulo, una extensísima bibliografía, y varios encartes de fotos de la época con su correspondiente explicación. Sicilia 1943 es una de las obras más exhaustivas y completas dedicadas a esta campaña, que fue Finalista al Mejor Libro de Historia Militar del Ejército británico.

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‘Sicilia 1943’, de James Holland was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.

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