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‘El gran cuando’, de Alan Moore

‘El gran cuándo’, de Alan Moore

El gran escritor británico regresa a la novela con la primera entrega de una ambiciosa tetralogía

Cómo gran fan de Alan Moore que soy, había leído la gran mayoría de sus cómics (que no son pocos), pero hasta ahora no había leído ninguna de sus novelas. Su importancia en el mundo del cómic es incuestionable. Incluso a los que no sean aficionados al noveno arte reconocerán los títulos de algunas de sus obras más conocidas por sus adaptaciones al cine (La Liga de los Caballeros Extraordinarios, From Hell, V de Vendetta y Watchmen). Sus libros, por otra parte, no generan unos elogios tan unánimes. La voz el fuego (Planeta DeAgostini, 2006) tardó diez años en traducirse al castellano (lleva en mis estanterías desde entonces y nunca me he decidido a leerlo). Jerusalén (Minotauro, 2019) es un mamotreto de 1300 páginas en dos tomos que parece despertar entusiasmo en aquellos que no lo abandonan mucho antes de terminarlo. Lo que nadie pone en duda, es que las novelas de Moore requieren un esfuerzo por parte del lector. Y ya os adelanto que El gran cuándo no es la excepción.

Portada de Nico Delort

Alan Moore parece decidido desde el prólogo a demostrar que no es un autor fácil. En esas primeras páginas vemos a dos personajes cuyos nombres no conocemos hablar de cosas que han pasado de forma vaga, en un capítulo con muchos adjetivos y muy pocas cosas claras. Conociendo al barbudo de Northampton esto tendrá una explicación en algún momento de la tetralogía, pero así de entrada, la sensación es la de que no te estás enterando de nada. Y nos volverá a pasar lo mismo, aunque de forma menos acentuada, en el epílogo. Por suerte cuando empieza el primer capítulo nos presentan al pobre Dennis Knuckleyard, un huérfano de guerra que trabaja en una polvorienta librería bajo la tutela de su insufrible jefa y casera, la anciana Ada la ataud, y a partir de ahí todo parece pisar con los pies en la tierra. Y digo parece porque no todo va a ser tan fácil, pero ahí ya tenemos a unos personajes a los que agarrarnos y, lo más importante, son buenos personajes y nos ayudarán a no perder el interés cuando las cosas se pongan raras. Y creedme, se ponen raras muy deprisa.

Dennis va a hacer un recado para su jefa y le cae en las manos un libro ficticio, que solo existe dentro de los relatos de Arthur Machen, y a partir de ahí su vida se complica. El pobre muchacho se verá arrastrado de aquí para allá en su afán de devolver el libro al lugar que le corresponde, al otro Londres. No estamos hablando de un universo paralelo al uso, de esos que tanto abundan hoy en día en el cine, sino de un Londres conceptual. Un mundo de ideas totalmente surrealista, que al aficionado a los cómic el recordará a la obra de otro guionista, Grant Morrison, en sus momentos más delirantes de obras como Los Invisibles o La Patrulla Condenada. Por si la experiencia no es lo bastante desconcertante, cuando Dennis entra en ese otro mundo el texto pasa a estar en cursiva, lo que hace aún más ardua la lectura. Porque en los cómics de Morrison tenemos los dibujos para visualizar los conceptos que nos propone, pero aquí tenemos que releer cada párrafo tres veces para asimilar el trillón de conceptos locos que nos están tirando a la cara. Por suerte, en sucesivos viajes al otro lado, ya conocemos muchos de los lugares y habitantes que lo pueblan, y eso facilita bastante la lectura.

¿Parece que os estoy intentando disuadir de que lo leáis? Para nada. Si haces el esfuerzo de entrar el el juego, el libro tiene méritos de sobra que acaban mereciendo la pena. De hecho, si eres fan de Moore y de Morrison no tengas ninguna duda de que este es tu libro. Aunque no sea así, pronto conocerás a una plétora de personajes que puebla nuestro Londres y el Otro, a cual más interesante. Tenemos asesinatos, mafiosos, tahúres, seres sobrenaturales, pintores surrealistas, abogados interesados en los asesinos en serie, prostitutas de buen corazón y periodistas que no quieren enterarse de lo que no les conviene. Tenemos una historia de crecimiento de nuestro sufrido Dennis, que después de sobrevivir solo gracias a la ayuda de desconocidos, aprende a apañárselas solo. Tenemos persecuciones a la velocidad del rayo, magia y un concilio de cabezas parlantes que ya lo quisieran en Futurama.

En definitiva, y a pesar de que en el primer capítulo en cursiva estuve muy tentado de empezar a leer en diagonal, el balance final es muy positivo. La forma de contar la experiencia completamente fuera de lo normal que vive nuestro protagonista, cursiva incluida, consigue transmitirnos el desconcierto total que sufre y la lista de personajes memorables por capítulo la igualan muy pocas novelas. No en vano ya se han vendido los derechos para la adaptación televisiva. Yo ya estoy esperando la segunda parte.

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