‘Liberada, soy una lanza en manos del sol.’ Si no os dice nada esta frase es normal, luego volveré a ella
Una memoria llamada imperio es la primera novela de Arkady Martine, que antes solo había publicado algunos relatos. Su debut se llevó el más prestigioso de los premios de literatura de ciencia ficción, el Hugo, en 2020. También mereció sendas nominaciones al Nebula y el Locus, los otros dos premios que conforman la Sagrada Trinidad de los premios de este género. Para mí, que sigo estos premios (sobre todo los Hugo) como si fueran mi religión, este era un motivo más que suficiente esperar este libro con ganas. Además, se ha hecho de rogar. Quizá por la pandemia, este libro publicado originalmente en 2019 no había visto la luz hasta ahora, algo raro en un ganador del Hugo. Tanto ha tardado en publicarse, que mientras tanto Martine ha publicado la segunda parte de esta bilogía, A desolation called peace, y ha repetido tanto el premio como las nominaciones. Dos novelas, dos premios Hugo. Eso la convierte en poco menos que una profeta en mi religión particular. Los Hugo no aciertan siempre, pero aciertan mucho. Las expectativas estaban altas.
Mahit es nombrada embajadora de la estación espacial de Lsel y enviada a la capital del Imperio de Teixcalaan. Lsel es un puesto minero de solo 30.000 habitantes, pero ocupa un lugar estratégico y hasta ahora ha logrado mantenerse independiente del Imperio. El Imperio reclama un nuevo embajador, sin dar explicaciones de qué ha ocurrido con el anterior. La única ventaja de Mahit es una tecnología conocida solo por su estación que, sin destirpar nadade la trama, puedo decir que tiene que ver con la memoria. Cuando llega, la situación política es altamente inestable, con un emperador anciano y diversos aspirantes a ocupar su puesto. Mahit tiene pocos aliados y no tiene claro quiénes son sus enemigos. Este Imperio galáctico plagado de intrigas palaciegas que recuerdan al Imperio Romano (o al Bizantino, en el que la autora es experta) recuerda a novelas como Fundación, de Asimov (y más que los libros a la serie de Apple TV) o el Dune de Frank Herbert. Sin embargo, tiene sus propias peculiaridades. La mayor de ellas es la importancia que se da a la poesía en la corte. Una poesía en particular tendrá una gran importancia en la trama y su último verso es: ‘Liberada, soy una lanza en manos del sol.’
Y es que a pesar de que la novela lo hace todo bien desde el principio, una vocecita en mi cabeza no paraba de decirme: “esto está muy bien, pero me suena un poico a visto. Le falta ese toque de genialidad que suelen tener los premios Hugo”. Los personajes son atractivos, la forma en la que a nuestra protagonista se le amontonan los problemas de difícil solución te mantiene siempre interesado y el world building va ganando sustancia, alejándose un tanto de los lugares conocidos. Esta historia verse en gran medida sobre la memoria, porque la única baza de negociación de Lsel es esa tecnología relacionada con la memoria y la mayor preocupación del Emperador es precisamente perpetuar su legado. Y al final, lo que la hace memorable es precisamente ese simbolismo que le ven a todo los habitantes del Imperio. Es lo que hace posible que tantos de los sentimientos de los personajes, principales y secundarios, puedan condensarse en un solo verso. Si seguís mi recomendación y os leéis esta novela, cuando lleguéis a ese verso, os acordaréis de esta reseña. ‘Liberada, soy una lanza en manos del Sol’.
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‘Una memoria llamada Imperio’, de Arkady Martine was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.