“No existe bestia tan feroz que no sienta alguna piedad. Yo no siento ninguna, luego no soy tal bestia” (William Shakespeare, ‘Ricardo III?)
El subtítulo es citado en ‘El tren del Infierno’, película de Andrey Konchalovskiy, mi primer contacto con la obra de Bunker*, en este caso como guionista y actor. Su protagonista se muestra como el ideal de criminal carcelario, indómito, brutal y rebelde hasta el final, pero, a fin de cuentas, no menos humano que cualquiera. Todo en un lenguaje crudo violento y directo.
Bunker (1933–2005, California, EE. UU.) nos explica, siempre en primera persona, sin ambages, cómo su infancia y adolescencia definieron su vida.
La de unos padres alcoholizados y luego divorciados que lo abandonaron a su suerte a través de parientes y escuelas militares o duros internados. Luego, debido a su carácter precoz y, como se autodefine, antiautoritario, llegó a crearse una serie de problemas y hacer ciertas amistades que solo podían acabar convirtiéndolo en preso. Desde 1947, primero en correccionales y luego de cárceles como San Quintín o Folsom**.
Lo que en sus propias palabras le salvaría la vida, aparte de crearse, a golpes de mérito, una fama de tipo duro, fue su elevada inteligencia.
Su facilidad y pasión voraz por la lectura y las letras le son de nacimiento y con el tiempo, se vio reforzado por el ejemplo de autores como el también criminal y compañero de corredor, Caryl Chessman. O también el apoyo que le proporcionó, durante algunos años, al descubrirlo en un hogar de acogida y reconocer su talento, Louise Wallis. Más tarde, todavía entre idas y venidas a prisión, gracias a su perseverancia, aprendió el oficio y consiguió, tras mucho tiempo, publicar libremente.
En 1975, otra vez en la calle y viendo que se ganaba un sueldo como escritor, comenzó una nueva vida y convertirse en un referente del noir estadounidense de finales de siglo, había cambiado.
Y así resulta la primera autobiografía de Edward Bunker, cruda, directa y violenta. Una lectura fascinante de las que se resuelven de un tirón. Pues también, a través de su difícil experiencia, nos retrata la California y el Hollywood más sucios de mediados del siglo pasado.
Pero no caigamos en la idealización del antihéroe. Bunker actuó con dureza contra tanto, si, a un sistema educativo y penitenciario inhumano, como contra otros presos en defensa propia, pero actuando luego junto a delincuentes con los que se complicó mucho la vida.
Creo que es sincero, y como cita al principio de su obra, su apellido familiar original, Bon Coeur, simbolice cómo ha pasado a la historia.
Como un artista y hombre respetado y no como el criminal que fue.
*La película me fascinó siendo adolescente. Como mucha gente, descubrí a Bunker algo más tarde, después de cómo Quentin Tarantino lo alababa orgulloso, pues consiguió que realizara un cameo como el Señor Blue en su ‘Reservoir Dogs’.
** Ahora es el momento de escuchar los clásicos de Johnny Cash.
Ficha técnica: Alba Editorial. ISBN: 9788484281788. Tapa blanda. Barcelona, 2003, 1ª edición.
Ficha de El tren del infierno en IMdB.
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‘La educación de un ladrón’, de Edward Bunker was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.