Nuestra protagonista y narradora quiere escapar. Escapar de la sombre de su divorcio, de sus problemas de ansiedad, del alcohol, del estrés de la vida en la ciudad… quiere escapar de todo. Así que se va a vivir junto a un pantano, a aprovechar su educación como ingeniera agrónoma de la forma más práctica, trabajando sus propios cultivos. Es un cambio radical en su vida. Ahí no conoce a nadie, y los vecinos que tiene son a cuál más excéntrico. Y entre los muchos gatos que rondan su recién adquirida finca, hay uno que le habla. La albufera oculta secretos. Y algunos de ellos se ocultan en su propia casa.
Hace unos años leí otro libro de Emilio Bueso: Extraños eones. No todo en ese libro me gustó. El estilo de Bueso era recargado, abusa de las repeticiones para marcar el ritmo de la novela (usaba la palabra probóscide tantas veces que años después mi pareja y yo aún hacemos bromas al respecto). Derrochaba ingenio en cada frase hasta la exageración, llegando a hacer pesada la lectura y sacándote de la narración en más de una ocasión. Pero con el tiempo me he dado cuenta que esos chavales que sobrevivían como podían por el cementerio de El Cairo se han mantenido frescos en mi memoria. Los personajes y la atmósfera de la novela me dejaron claro que estaba ante un autor a seguir. Tenía un par de manías molestas, pero pensé que con el tiempo las refinaría y estaba seguro de que volvería a leer al autor.
Aunque hace un tiempo que el tomo que recopila su trilogía Los ojos bizcos del sol me mira mal desde la mesita de noche, al final la que ha caído primero ha sido esta Naturaleza muerta. Han pasado diez años desde Extraños Eones, ¿ha cambiado algo? No mucho. La sensación es que las virtudes y defectos de Emilio Bueso siguen siendo las mismas. La localización dónde trascurre la historia es un personaje en si misma y transmite todas clase de sensaciones. El desasosiego de mudarse a un lugar nuevo y desconocido, la soledad y el deseo de hacer borrón y cuenta nueva son encarnados perfectamente por esta finca junto a la albufera, dónde todos los vecinos parecen haber llegado ahí huyendo de algo y todos tienen sus manías. Este reparto de personajes insólitos, junto con la estructura en capítulos cortos, hace que las páginas se pasen volando. El ritmo se va acelerando a medida que se va resolviendo el misterio del pantano y la especie de secta de un ex mafioso ruso. Y no encontrarás en internet una reseña que no mencione la fuerte personalidad de Mara, la vecina que de inmediato traba amistad con nuestra protagonista.
Por otra parte, los puntos flojos siguen siendo un tanto irritantes. No sé ni cuentas veces nos repite que el agua está cubierta de lentejas de agua. Cada maldita vez que se abre la verja de Finca Elisa el autor nos recuerda que gime como una ballena moribunda. El mismo símil todas y cada una de las veces, que entiendo que quiere ayudar a marcar el ritmo, pero creo que lo que consigue es que nos acordemos del autor, lo cual arruina la inmersión que logra la documentadísima descripción de la gestión de un huerto junto a un pantano. Lo mismo me pasa con algunas frases demasiado ingeniosas para el personaje que las suelta, o el humor tirando a chabacano.
Al final, cuando hecho cuentas de lo que me ha gustado y lo que no, pesa más lo que me ha gustado. Las referencias a Lovecraft, con lo sobreexplotado que está el escritor de Providence, encajan muy bien y casi podría considerarse una incursión canónica en Los mitos de Cthulhu (igual que Extraños Eones). Los personajes, incluido el pantano, hacen que se mantenga el interés hasta el apoteósico final. Y es que, con sus manías, Bueso consigue desmarcarse del grueso de los escritores de género y nos da una experiencia única, desfasada y gamberra, que bien podría (tal vez incluso debería) llevar a la pantalla Alex de la Iglesia.
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‘Naturaleza muerta’, de Emilio Bueso was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.
