Diversión y compromiso social en una obra que homenajea y dignifica el slasher
Desde su publicación en castellano a principios de noviembre, el último libro de Stephen Graham Jones ha hecho correr ríos de tinta digital. No es para menos, Mi corazón es una motosierra se presenta como su obra más redonda hasta la fecha. Y eso que había fijado el listón muy alto con su El único indio bueno, el libro por el que le conocí y cuya simbiosis de humor negro y terror pasado por el tamiz de un escritor nativo americano me cautivó hasta tal punto que me hice con todo lo que había publicado aquí previamente. Así devoré la descacharrante Mestizos y la perturbadora La noche de los maniquís, y en mi arrebato lector estuve a punto de hacerme con una copia en inglés de esta otra, hasta que me enteré que La biblioteca de Carfax pensaba sacarla a finales de este año (¡y es que editan tan bien!).
Diez años. Ése fue el tiempo que medió desde el primer borrador de esta novela a la publicación de su versión definitiva, según refiere el autor en el apartado del libro dedicado a agradecimientos. De Lake Access Only, el título con el que fue concebido inicialmente, a My Heart is a Chainsaw. Diez años a lo largo de los cuales, Stephen Graham Jones ha ido construyendo su homenaje definitivo al slasher, un género que no sólo le ha acompañado desde que era un adolescente, sino que ha hecho de él quien es hoy en día, uno de los actuales escritores de género que parece destinado a coger el relevo de ese otro Stephen, a quien todos los que amamos el terror conocemos (lo aceptemos o no) como el rey: Sí, hablo de Stephen King.
En todo homenaje existe un amor manifiesto cuyo objeto, aquí, reparte el autor entre Wes Craven y Debra Hill. A esta última va dedicada la obra, un detalle entrañable, sí, pero sobre todo, significativo. Después de todo, a Debra le debemos la mitad del guion de Halloween, pieza fundamental en la definición del slasher, y no hay que olvidar su estatus de pionera, en tanto que fue una de las primeras mujeres que se acabó dedicando, también, a la producción de cine. No es de extrañar, entonces, que sea otra mujer la protagonista indiscutible de esta historia: Jade, una adolescente en tránsito a la vida adulta, que se desmarca de la normatividad y cuya obsesión con los slashers se gana el corazón del lector de terror en un pispás.
La lectura de este escritor de la tribu de los Pies Negros implica abrazar la salvaje diversión implícita en un género, el del terror, que, por otro lado, ha sido habitualmente denostado en términos literarios por el profano. En este sentido, Stephen Graham Jones, quien trabaja como profesor de inglés en la universidad de Colorado Boulder, parece dispuesto a contrariar ese discurso imperante con una prosa que combina por momentos cierta cualidad poética con un estilo más informal donde el ritmo es pieza fundamental. Con la naturalidad de quien respira, Jones consigue ni más ni menos lo que consiguió Stanislav Lem con la ciencia-ficción: la dignificación de un género con mala prensa.
Para esta tarea, además de poner esmero en la forma, el escritor se sirve del género para denunciar aspectos de la sociedad actual. Sin ir más lejos, Jones carga, con mucha sorna, contra la gentrificación y la destrucción de la naturaleza para beneficio de las élites capitalistas. Sin embargo y como ya hizo el autor en Mestizos y El único indio bueno, el tema estrella vuelve a ser la difícil vida que lleva un importante porcentaje de la población nativa norteamericana hoy en día, que se materializa, por ejemplo, en la difícil relación que tiene Jade con su padre. Otra evidencia de esta realidad social se intuye en la leyenda alrededor de la bruja Stacey Jones, de ascendencia nativa, donde se rastrea el racismo sistémico del país.
En Mi corazón es una motosierra el lector se ve inmerso en el juego del desconcierto en torno al misterio existente detrás de unos asesinatos brutales que han acabado con la paz de la pequeña población de Proofrock. La obra nos arrastra de escena en escena, a través de la vida de Jade, de quien sabemos que está obsesionada con la idea de formar a “la” chica final y bajo cuya responsabilidad parece que se encuentra la salvación del pueblo y de sus ciudadanos. Entremedias, la trama da las vueltas suficientes como para invitarnos a elaborar cambiantes teorías sobre la autoría de los crímenes, en paralelo a los estereotipos del slasher cinematográfico, entre los que Stephen Graham Jones, como buen conocedor de este género, se mueve con gran soltura, dotando a la narrativa de una fluidez (al traductor, Manuel de los Reyes, se le debe reconocer también su parte de mérito) y un ritmo in crescendo que culmina en un final epiquísimo.
Con todo, os puedo decir que Mi corazón es una motosierra no sólo se ha alzado en el primer puesto de mi podio particular del escritor, sino que también ha entrado en mi top 3 de lecturas de este año. De hecho, no veo el momento para seguir leyendo la siguiente entrega (no temáis, que puede leerse de forma autoconclusiva) de la llamada trilogía Indian Lake, recientemente finalizada en Estados Unidos y que confío en que La Biblioteca de Carfax siga editando. Mientras tanto, creo que me contentaré repasando el exhaustivo listado de slashers (y otros productos cinematográficos relacionados) que Stephen Graham Jones incorpora al final de la obra y que constituye una inmejorable biografía cinéfila entre la que a buen seguro encontraréis algo que os apetezca ver y disfrutar.
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‘Mi corazón es una motosierra’, de Stephen Graham Jones was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.