Cruda novela gráfica sobre los trastornos alimentarios
Los trastornos alimentarios son una enfermedad muy seria y muy compleja, que por suerte con los años ha tenido cada vez más visibilidad, sobre todo porque afecta a un sector muy vulnerable de la sociedad: los jóvenes de ambos sexos.
“Val no soy yo. Pero yo fui ella”. Así da comienzo la autora al epílogo que cierra El fantasma que alimento, la novela gráfica que edita La Cúpula y que cuenta la historia de Valery. Valery anhela convertirse en el ideal de perfección: una joven obediente, aplicada en los estudios y, principalmente, esbelta. Sin embargo, este objetivo tiene un costo elevado. En secreto, y sin que ni siquiera su amiga más cercana lo sepa, ha desarrollado una obsesión por contar meticulosamente las calorías de todo lo que consume.
Valery es una chica de origen taiwanés cuya madre siempre la ha sometido a un intenso escrutinio físico. Imponiéndole ideas sobre su cuerpo y cómo debe ser, Val llega a la postadolescencia con una carga mental terrible que le hace odiar su físico, a pesar de que está delgada. Su madre le transfiere todos sus miedos y obsesiones, y eso mina terriblemente su moral.
‘El fantasma que alimento’ no tiene soluciones mágicas ni tampoco ensaya finales felices (en sentido estricto). Se trata de una historia real, en la que no podemos cerrar con un “y vivieron felices por siempre” porque la vida es así
Cuando parece que, viajando al extranjero como universitaria, Val tendrá un poco más de alas para volar por su cuenta fuera de la influencia de su madre, un grave problema familiar hace que tenga que volver al seno familiar. Eso se convertirá en el resorte que le ayude a encarar su enfermedad.
Victoria Ying firma una novela gráfica muy íntima. La autora es ilustradora y animadora, y quizá por su trabajo en storyboards se la ve algo rígida en el dibujo, un trazo aboceteado, algo inseguro. El fantasma que alimento no tiene soluciones mágicas ni tampoco ensaya finales felices (en sentido estricto). Se trata de una historia real, en la que no podemos cerrar con un “y vivieron felices por siempre” porque la vida es así, la vida continúa desde el mismo punto final de la historia que nos cuentan. Pero se trata de una obra que muestra un testimonio muy honesto y humano sobre alguien enfrentado a un trastorno alimentario. Un cómic valiente y necesario de medicina gráfica, que nos hace ponernos en el lugar de una de esas personas, y, quizá, sanador para quien lo haya vivido.
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‘El fantasma que alimento’, de Victoria Ying was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.