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‘Historias de Terramar’: Fantasía adulta, por Ursula K. Leguin

La autora le ganó la partida a Tolkien y su escuela de magos llegó antes que Hogwarts, pero sigue siendo una gran desconocida para el gran público

El artista John Howe nos deja claro que aquí hay dragones. Desde el primer libro.

Decía Harold Bloom, el teórico y crítico literario, que Ursula K. Leguin con sus obras La mano izquierda de la oscuridad y Un mago de Terramar había conseguido hacer crecer la fantasía a alta literatura más de lo que lo había hecho Tolkien. Ante semejante afirmación, no es de extrañar que recientemente un usuario de Twitter haya planteado a los aficionados del fantástico el dilema de elegir, en su particular torneo de obras de género traducidas al catalán, entre El señor de los anillos de Tolkien y Terramar, de Ursula K. Leguin. Poneos en situación, ¿a quién escogeríais? A priori parece un duelo desigual, como si enfrentáramos a David con Goliat. Después de todo, Terramar es muchísimo menos conocida que su contrincante, que cuenta con una exitosa trilogía de películas que han alimentado durante años una provechosa franquicia de “merchandising” y, ahora, una serie de televisión, Los Anillos del Poder, que ha costado la friolera de unos mil millones de dólares. En cambio, el universo de Leguin sólo ha contado con una película de animación del estudio Ghibli (Cuentos de Terramar) que, por cierto, cosechó críticas bastante negativas y que fue recibida con evidente desconcierto por parte de la autora, quien admitió públicamente que no reconocía a sus personajes en aquellos que aparecían en dicha cinta (a mí me pasó exactamente lo mismo).

Hayao Miyazaki no digirió del todo bien esta obra, la primera que dirigía su hijo Goro

Ahora bien, creo muy acertada la elección de ambas obras por parte del usuario de Twitter, pues tras ella creo vislumbrar una clara intencionalidad: enfatizar la grandeza de una saga de fantasía, la de Terramar, que a menudo se ha tildado de literatura juvenil, equiparándola a la de una obra clásica que sentó las bases del género en las décadas posteriores. Curiosamente, Terramar también podría verse como precedente de otra franquicia que se ha medido de igual a igual con El señor de los anillos, como es Harry Potter de J. K. Rowling, desde el mismo momento que plantea la existencia de una escuela de magos. La propia Leguin llegó a expresar su decepción ante el hecho de que la escritora de La piedra filosofal y posteriores entregas de la inmensamente popular saga juvenil nunca hubiera admitido su deuda con sus predecesores, consiguiendo de esta manera, amparándose en el silencio, que la presunta originalidad de su obra fuera incontestable. Ursula K. Leguin parecía condenada a pasar inadvertida entre el gran público en nuestro país y no ha sido hasta su reciente defunción, en 2018, que su obra se ha visto revitalizada a nivel editorial, tanto de la mano de Raig Verd, que nos ha regalado maravillosas ediciones en catalán de los libros que componen la saga, como de Círculo de tiza, responsable de la maravillosa antología de ensayos titulada Contar es escuchar, material que incomprensiblemente restaba todavía inédito. Hasta Minotauro ha aprovechado para sacar nuevas ediciones en bolsillo de varias de sus obras, Terramar incluida. Así que aprovechando la buena disponibilidad de títulos de Leguin en el mercado, aquí vengo yo con este artículo, a venderos esta saga de Ursula K. Leguin, que cualquier aficionado al género fantástico debería conocer y, por supuesto, disfrutar.

Charles Vess es uno de los artistas al que debemos bellísimas ilustraciones del universo Terramar

Para empezar, para aquellas personas que no conozcáis la saga, ésta se llama Historias de Terramar y se compone de cinco novelas y una antología de relatos, Cuentos de Terramar, que se ubica cronológicamente entre el cuarto y quinto libros por fecha de publicación. Si sois de los que no podéis con la lectura de tochos, no os preocupéis, porque los libros de Historias de Terramar son relativamente cortos, en torno a las doscientas páginas, y se leen en un santiamén. También se ha de decir que todos ellos presentan historias autoconclusivas, si bien a partir del tercero se plantea una situación de fondo que no se resuelve hasta la última entrega. ¿Quiere decir esto que podemos empezar por donde queramos? Pues posiblemente, si bien la recurrencia de personajes y la alusión a hechos pasados invita a seguir, para mayor coherencia narrativa y disfrute lector, el orden de publicación, que es el siguiente: Un mago de Terramar, Las tumbas de Atuán, La costa más lejana, Tehanu, Cuentos de Terramar y En el otro viento. Aunque Leguin escribió la primera entrega en 1968, la última no llegó a ver la luz hasta el 2001, una dilatada espera que se entiende porque la autora parecía haber acabado con la saga en 1974, con La costa más lejana, acaso más interesada en volcarse en otros proyectos suyos, de muy amplio espectro. Coincidencia o no, en 1974 también publicaba Los desposeídos, una maravillosa novela de ciencia-ficción con un fuerte contenido político, por la que fue galardonada con los premios Hugo y Nebula. Para cuando Leguin volvió al universo de Terramar con Tehanu, en 1990 (junto con el primero y el tercero, mis libros favoritos de la saga), sus planteamientos se habían enriquecido, ahondando en componentes más maduros, donde se abría paso un feminismo incipiente, granjeándole un aluvión de críticas positivas que apuntaban hacia una literatura fantástica de corte claramente adulto. No es de sorprender que Tehanu le valiera otro premio Nebula. Pero si una fantasía adulta merecedora de prestigiosos galardones no acaba de convenceros, seguid leyendo y comprobad cómo Leguin se plantó ante las convenciones del género fantástico allá por los años 60, que iban a remolque de lo que un famoso profesor sudafricano de lengua y literatura inglesa había creado apenas una década antes.

Uno de los principales aciertos de Leguin y que la sitúa en las antípodas de Tolkien y de la mayoría de sagas clásicas y contemporáneas de fantasía, y es el rechazo hacia la guerra como eje vertebrador de la acción. En cambio, la autora decide desplazar su atención hacia el individuo por un lado, y la vida de las personas corrientes por el otro, deteniéndose en cuestiones que siempre han estado íntimamente relacionadas con nuestra humanidad, como la búsqueda de la identidad personal, el miedo a la muerte o el papel que juega el lenguaje en la construcción de la realidad. Temas universales que nos acercan en vez de separarnos. Y todo ello sin renunciar a la épica, que sigue estando presente a lo largo de toda su obra.

Las ediciones de Terramar en catalán por Raig Verd son una auténtica maravilla

Un mago de Terramar parte como una novela de iniciación, protagonizada por Ged, un joven cabrero que, tras descubrir que tiene aptitudes para la magia a temprana edad, es enviado a la escuela de magia de Roke, que goza del monopolio a la hora de formar magos (todos ellos hombres) que luego son, a su vez, enviados a servir en alguna de las innumerables islas que conforman un mundo archipiélago que sobresale por su faceta rural. En este primer libro Ursula nos presenta a Ged, apodado Gavilán, como un personaje profundamente humano, acosado por las consecuencias de un acto impío que cometió durante su formación como mago, fruto de la inconsciencia de la juventud, y que, a pesar de su poder sin parangón, es presa de inseguridades y miedos que deberá afrontar para construirse a sí mismo en ese tránsito hacia la edad adulta.

Charles Vess capta a la perfección los ritos mistéricos de ‘Las Tumbas de Atuán’

Esta búsqueda de la identidad y de la construcción personal se halla en la base del segundo libro, Las Tumbas de Atuán, donde se cambia de localización geográfica y de protagonista, para centrarse en Tenar, una adolescente criada desde su más tierna infancia para ejercer de suma sacerdotisa de un culto ctónico que hunde sus raíces en el albor de los tiempos, con elementos mistéricos que recuerdan poderosamente a los griegos de Eleusis, pero sumido en una clara decadencia. Aquí la religión se constituye como la inestable columna vertebradora de la identidad de Tenar, quien deberá esforzarse en reconstruirse como persona una vez todos los supuestos sobre los que ha construido su vida y su realidad comiencen a desmoronarse.

Los referentes clásicos en ‘La Costa más lejana’ son evidentes

Frente estas dos novelas iniciales, de claro componente iniciático e introspectivo, La costa más lejana gira en torno al miedo que siente el ser humano hacia la muerte y en cómo éste puede trocarse en una obsesión por hallar la pervivencia más allá de ese final. Pero esta entrega también plantea la propia falibilidad de la magia, cuyo equilibrio con la naturaleza, un concepto clave en el universo creado por Ursula K. Leguin y que bebe de principios taoístas con claras implicaciones ecologistas, parece hallarse en peligro. Esta situación inicial de la que parte esta novela (y uno de los pocos aciertos presentes en la adaptación realizada por el estudio Ghibli) es el hilo conductor hasta el cierre de la saga con En el otro viento. Es también este libro la presentación de otro de los grandes personajes de Terramar, Arren, a quien como Ged y Tenar conocemos de adolescente, y que, como Arturo, parece hallarse destinado a ser el rey que por siempre será, unificador y dador de la paz.

Posiblemente, mi libro favorito. ¿A qué esperas para tenerlo en tus manos?

Ursula K. Leguin decidió interrumpir la saga en su tercer volumen, pero cuando regresó a la misma con Tehanu, dieciséis años después, lo hizo desde una nueva perspectiva, en cierto sentido aportada por la edad. La autora había entrado en la sesentena, y de repente el protagonismo de la historia recae, nuevamente, en el personaje de Tenar, que, como Leguin, empieza a sentirse ya mayor. El tono de la historia se hace más oscuro, y, huyendo del planteamiento más épico de La costa más lejana y a modo de brillante contrapunto, el tema de la maldad se constituye como algo cercano y real, presente en la cotidianeidad rural que se constituye aquí como único escenario de la acción. Un nuevo personaje asoma a la trama, el de Therru, una niña esquiva que ha sufrido abusos físicos por parte de sus padres, y que oculta como puede su rostro, detrás de su melena, avergonzada, pues se halla desfigurado por el fuego. Tenar, apiadándose de la pobre niña, la acoge, desoyendo las habladurías y prejuicios de sus vecinos. Tehanu se centra en esta bella relación entre dos mujeres que, partiendo de un inicial sentimiento compartido de soledad, en realidad acaban teniéndose la una a la otra dentro de una sociedad cerrada y que les es hostil. Una historia pequeña, de gentes pequeñas, pero tocada por la clase de magia que sólo tienen las buenas narraciones; ésa que nace de la confluencia de factores diversos, como “el peligro, el riesgo, el reto y el coraje”, ingredientes que Leguin identificaba, en el prólogo de Un mag de Terramar de la edición de Raig Verd, como aquéllos que conforman una historia apasionante. Una magia que no es ajena a la épica. Porque hasta en las cosas pequeñas existe la épica, algo que bien sabía Leguin, toda una experta en la creación y narración de historias, procesos sobre los escribió abundantemente, desde un posicionamiento crítico y de marcado carácter feminista. Entre esos artículos, la lectura de La teoría de la bolsa de transporte de la ficción (The Carrier-Bag Theory of Fiction, 1986) resulta especialmente reveladora de lo que en verdad amaba la autora de las novelas: “en lugar de héroes, contienen personas”. No es coincidencia que en Tehanu esas personas que adquieren el protagonismo por encima de Ged, el que había sido el hilo conductor de toda la saga, sean mujeres. Las mismas que cuestionan ese mundo masculino que las segrega (en Terramar las mujeres no pueden ser magas), que las mira con suspicacia o, directamente, con miedo; miedo de ver unos privilegios amenazados que cabe defender a toda costa, recurriendo para ello al escarnio, la humillación o la violencia. Unas mujeres que, en última instancia, acabarán alzando su voz contra el terror que nace de la injusticia.

La línea adulta que inicia Leguin con Tehanu halla continuidad tanto en el libro de relatos Cuentos de Terramar como en el desenlace de la saga, En el otro viento, donde confluyen personajes y tramas en un final que, aunque personalmente no creo que esté a la altura de otras obras previas, no desmerece para nada la historia. En esta entrega final se recupera el tono alto-épico del tercer libro, sin renunciar a planteamientos reflexivos de corte humanista, donde destaca la concordia y el entendimiento entre culturas diferentes, así como también existencialista.

¿A quién no le gustaría perderse en el Bosquecillo Inmanente?

Común a todos los libros está el concepto que la autora tiene de la magia, íntimamente ligada al lenguaje. Porque las palabras tienen poder. Poder sobre las cosas y sobre las personas. Como la vida misma, ¿verdad? Por otro lado, la magia en el universo de Terramar se basa en el equilibrio, de forma que idealmente los magos sólo hacen lo que es necesario, de manera que en aquellas situaciones donde la necesidad no obliga, prefieren recurrir a artes mundanas o, simplemente, deciden no actuar. Se advierte aquí una dignificación de los oficios artesanales y, de nuevo, de la historia que hilan, inadvertidamente y día a día, las personas pequeñas, anónimas, al tiempo que reconocemos un respeto manifiesto hacia el medio en el que viven. Porque la mayoría de las personas que habitan el mundo archipiélago de Terramar parece que viven en armonía con la naturaleza. La adaptación es la opción natural para sus gentes, que nos recuerda un poco a los colonos de Anarres, un mundo desprovisto casi por completo de vida animal y cuya flora es raquítica, que aparece en otra obra estupenda de Leguin (esta vez de ciencia-ficción), Los desposeídos. Así, se entrevén aquí unos postulados ecologistas que, se ha de recordar, son una constante dentro de la obra de esta autora (pensemos, por ejemplo, en otro de sus premios Hugo, El nombre del mundo es Bosque).

En resumidas cuentas, la saga Historias de Terramar, de Ursula K. Leguin, desplaza el foco de gravedad lejos del manido tema de la guerra para centrarse en la persona corriente, en oposición a la figura clásica del héroe (o heroína). Son los conflictos interiores y la construcción de la identidad, a veces pareja a la rebeldía, quienes arrancan unos libros que fueron originalmente definidos como juveniles pero que, a medida que se suceden las entregas, adquieren unos tintes más maduros, poniendo sobre la mesa temas universales, siempre con una clara intencionalidad humanista que halla en la concordia y la aceptación entre personas y culturas diferentes, así como en la consecución de un equilibrio con la naturaleza, las claves hacia un futuro mejor. Fantasía adulta al servicio de una deseable realidad a la que todos deberíamos aspirar.

Y si con esto no os he convencido para leer aunque sólo sea el primer libro, Un mago de Terramar, sólo me resta deciros que en sus páginas hay dragones. Bastantes, de hecho. Y no tenéis que esperar mucho a que salgan.

En esta edición Minotauro reúne todos los libros con las ilustraciones de Charles Vess

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‘Historias de Terramar’: Fantasía adulta, por Ursula K. Leguin was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.

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