Laertes edita este clásico de terror por primera vez en lengua catalana en su colección L’Arcà
Escribía Stephen King en 2013, a raíz de la muerte de Richard Matheson, que fue éste uno de los gigantes de la fantasía y del terror que prendió la imaginación de tres generaciones de escritores, la suya incluida, una deuda que por otro lado nunca ha ocultado. Concretamente, sobre La casa infernal, King ha llegado a decir que es “la novela de casas encantadas más terrorífica jamás escrita”, lo cual, viniendo de quien viene, no es moco de pavo, y, después de disfrutarla enormemente, no seré yo quien le lleve la contraria al maestro del terror.
Con todo, admito que mi toma de contacto con esta obra de Richard Matheson, La casa infernal (1971), pasó primero por su versión cinematográfica de 1973, La leyenda de la casa del infierno, una película de culto hoy en día, de la que poco recuerdo, más de diez años después de su visionado, aparte de su delicioso espíritu kitsch, la brillante actuación de Roddy McDowall y que no consiguió más que arrancarme algunas sonrisas. Esta impresión se halla en las antípodas de la que me ha causado la novela, lo cual no deja de ser paradójico si pensamos que el guion de la película también se lo debemos a Matheson, quien a principios de la década de los 70 ya contaba con una sólida carrera como guionista de cine, con adaptaciones tanto de novelas propias (por ejemplo, Soy leyenda o El increíble hombre menguante) como de otros autores, y también de televisión, siendo posiblemente La dimensión desconocida su obra más popular.
La casa infernal ha sido una obra ampliamente editada en nuestro país en lengua castellana (Minotauro la publicó en 2019 dentro de su colección de Esenciales), pero creo que esta es la primera vez que podemos disfrutarla en catalán, gracias a la editorial Laertes, quien le ha reservado el número 100 de su colección L’Arcà, dedicada al fantástico, y que recientemente ha llegado a las librerías este año.
En La casa infernal, cuatro personajes son contratados por un anciano millonario para dilucidar si hay vida después de la muerte, para lo cual deberán trabajar en una mansión adquirida por el primero, la casa Belasco, de infausta fama y considerada “el Everest de las casas encantadas”. El equipo está formado por un científico y su mujer por un lado, y una médium mental y un médium físico (que ya había formado parte de otra expedición previa, siendo apenas un adolescente, de la que cual fue el único superviviente), por el otro.
La casa infernal, más de allá de la diversión escapista que nos ofrece, es una obra que atrapa al lector en el juego de hallar la explicación detrás de los fenómenos paranormales que se manifiestan en la casa Belasco. Aquí, se da un contraste evidente entre la óptica paracientífica del doctor Barret, un veterano parapsicólogo para el cual esta disciplina debería ser considerada como una ciencia más, y la visión de los médiums, más proclives a argumentar causas trascendentes. La confrontación dialéctica entre ambas partes va y viene a lo largo de toda la obra, y mueve al lector a establecer sus propias teorías, jugando constantemente con él, y donde también se demuestra la exhaustiva documentación que debió reunir el autor para la confección del libro, que evidencia en una antológica página donde enumera más de un centenar de fenómenos parapsicológicos que se han dado en la mansión a lo largo de su historia.
Matheson se descubre como un narrador muy efectivo desde las primeras páginas. Con apenas unas pinceladas nos vemos envueltos en una atmósfera opresiva que construye a partir de los pensamientos de los personajes y de su interacción, tanto entre ellos como en relación al ominoso inmueble, que se presenta desde el principio como un personaje más. El autor demuestra un control absoluto sobre los recursos y convenciones del subgénero de casas encantadas, con una cualidad y un ritmo profundamente cinematográficos, donde cada una de las escenas, parecen ser necesarias para construir una tensión enervante que se resuelve en un final que es, para mí, acaso el único punto discutible de la obra.
El tema latente de La casa infernal no es otro sino el Mal, una constante dentro de la obra del escritor, como demostró con creces en su perturbador relato corto El distribuidor, reunido en esa antología imprescindible para el amante de la narrativa corta que es Pesadilla a 20000 pies y otros relatos insólitos y terroríficos, publicada por Valdemar. En el caso de la novela que nos ocupa, la raíz de ese mal, auténtico misterio en torno al cual se desarrolla la acción, adopta diversas formas que giran en torno a la perversión y la corrupción humanas, con el referente del Marqués de Sade de fondo, y donde las crudas escenas de contenido sexual, más o menos explícito, que contiene el libro debieron ser demasiado para la productora, la 20th Century Fox, quien estimó oportuno dejarlas de lado en su adaptación a la gran pantalla. Por otro lado, la maestría de Matheson a la hora de narrar trepidantes escenas de acción que mantienen en vilo al lector, característica sobresaliente de otro relato de la antología arriba mencionada como es Presa, se halla también en La casa infernal, reportándonos momentos memorables (y en perjuicio de sus protagonistas).
En definitiva, una muy interesante aproximación al subgénero de terror de las casas encantadas, que a pesar del paso de los años y del aluvión de productos similares al que los aficionados estamos acostumbrados, sobre todo en su vertiente audiovisual (como la estupenda La maldición de Hill House, de Mike Flanagan), aguanta el tipo con probada solvencia.
Recordad que también podéis disfrutar de esta novela en castellano dentro de Minotauro Esenciales:
También te puede interesar:
Papel en Blanco necesita tu apoyo para seguir adelante. Échanos una propina en:
https://ko-fi.com/papelenblanco
‘La casa infernal’, de Richard Matheson was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.