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Embalses y España inundada: ‘Detendrán mi río’ de Virginia Mendoza

Nacarado en la luz del atardecer

boga el río un árbol sobre la marea

con raíces de proa como si fuera

un ataúd del monte que rinde ahora

tributo a la tormenta recién en calma

donde el mundo reza y nubes en lo alto

se adelgazan como un tocado de pluma

en fúnebre recorrido sobre las aguas…[1]

Fluye el texto mientras el agua se estanca. Historias de vida. La autora y el oficio de contar. Y escuchar el rumor, los meandros de una presa que anegó tierras, vidas y recuerdos. Narramos para no olvidar. Memoria de esos pueblos que ya no existen en un país que inundó cientos de huertas, casas, caminos y vidas. Virginia Mendoza vuelve a conseguir trasladarnos a un rincón desconocido de esa España rural que desaparece. Como ya hizo en su libro anterior (reseñado aquí en Papel en Blanco: Memoria, crónica y viaje) se adentra en las historias de los vecinos de Cauvaca (Zaragoza). Detendrán mi río. Desarraigo y memoria en un rincón de la España sumergida, Libros del K.O. (2021) nos lleva desde finales del s.XIX a nuestros días. Entrevistas que rezuman cercanía y cariño, investigación profunda y una historia paralela, que parece sacada de una novela negra. Con todos esos mimbres, consigue un libro-cesta que lo contiene todo. Exceptuando el agua ya embalsada y quieta.

Foto de E.I. (portada del libro sobre fondo fotográfico)

«Porque nombrar no es otra cosa que salvarse»

Nombrar. Los pueblos, las casas, los nombres de los habitantes e, incluso, sus motes: María, Antonio, Josefina, Martín, Norberta, Pilar o Mercedes. Pervivencia, dar la palabra para ubicar en el mapa los lugares, las acequias, los puentes y torres que no existen ya.

Nombrar los aperos y los oficios. Aunque durante cientos de años fueron sustento, misterio y conocimiento. Vemos esos frutales que resisten la sequía, esas parcas huertas fértiles gracias a las crecidas del río Guadalope.

«Casi todas las cosas que habían sido útiles hasta entonces estaban a punto de desaparecer. Para que surgiera un mundo nuevo era preciso que el otro, el que parecía eterno, terminara»

Así primero llega el tren, unas obras que comienzan en 1891 y terminan un par de años más tarde. Parecía que se abría un camino de infinitas posibilidades, con idas y retornos constantes. Comercio, visitantes, aunque la experiencia dará un camino casi siempre de huida.

«Eran historias tan viejas que no quedaba claro si los mayores las recordaban, las heredaban o las inventaban»

Esas historias forjan al lector en el carácter irredento de los personajes. Voces austeras, serenas, que son una con la tierra. Duras y alegres, fuertes e indecisas. Un coro que se apoya, que cuenta la dura historia de la España del s.XX.

«No había adjetivos rimbombantes ni aspavientos ni demasiados lamentos, mucho menos cifras, para la cantidad de personas enviadas a la migración directa e indirectamente, mediante la expropiación forzosa, a veces violenta, pero también mediante la destrucción de valles y del modo de vida de quienes vivían en ellos y a su alrededor. No había números para todo eso porque la ausencia de cifras y detalles siempre ha facilitado el olvido de lo que no quiere recordar»

Y, por eso, Virginia Mendoza escribe este libro. Para evitar el olvido y recuperar la dignidad de aquellos que vivieron esta dura realidad.

«El estallido de una casa dura apenas unos segundos. Pero por dentro, en los recuerdos, el hogar se queda estallando para siempre. La bola de polvo no se desvanece, la piedra sigue rompiéndose, el tejado nunca termina de caer al suelo. El ruido es tan constante que uno se acostumbra y deja de oírlo». Y, además, convierte la obra en un trabajo antropológico, periodístico y de memoria, con la creación de la web www.detendranmirio.com donde podemos aportar, colaborar, narrar. Construir memoria colectiva. Un reto que nos afecta a todas. Para que no caigan en el olvido, para recordar sus nombres.

[CODA FINAL]

No he hablado del Lusitania y de Fred Stark Pearson, ingeniero. Ni de William Thomas Turner. O la poderosa presencia de Mercedes, ya que como dice la autora: «La historia que buscaba, en realidad, estaba en una huerta, en una familia, en una mujer». Eso lo dejo a quien lee. Al descubrimiento de los hilos invisibles que las moiras nos deparan a las mortales:

«Porque en Cauvaca había de todo menos cementerio, con la consecuente sensación de inmortalidad que eso imprime en los mortales»

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[1] Diana Bellessi: Tener lo que se tiene. Poesía reunida, Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora, 2009, p.1125


Embalses y España inundada: ‘Detendrán mi río’ de Virginia Mendoza was originally published in Papel en Blanco on Medium, where people are continuing the conversation by highlighting and responding to this story.

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